miércoles, 3 de diciembre de 2014

Hablemos de Ávila.

Hoy que estoy más tranquilo, que, debe ser porque el frío de hoy y este aire que está haciendo me deben de sosegar, quisiera analizar un poco lo que está pasando con Ávila, con la capital y su provincia.
No quiero quedarme en los fríos datos que salen en los periódicos, ni en esos fríos datos que dan las administraciones, fríos datos que hacen que sintamos escalofríos al leerlos, que te entren de todo, y nada bueno, y eso que suelen matizarlos cuando sean malos, por lo que no hay que ahondar mucho en ellos, puesto que puede ser peor el remedio que la enfermedad. Pues me alejo de esos datos, y me voy a fijar en los datos de verdad, en las conversaciones, en ver lo que tengo alrededor, en ver lo que pasa y se nota, y en cerrar los ojos y sentir el entorno, sentir el aire de Ávila, en sentir el rumor, el sonido, el aroma, todo. 
Eso es lo que de verdad me hace reflexionar, y, ya lo adelanto, me enfada sobre manera. El ambiente, las conversaciones, lo que veo, lo que siento, es que esta provincia, con su capital al frente, mueren. Más bien la están matando, muy lentamente, sin prisa, pero sin pausa, de manera alevosa, nocturna y maliciosa. Lo que están haciendo con esta provincia, con mi tierra, con mis paisanos, con todo esto que se lleva dentro, es un vil y asqueroso asesinato. La dejan morir lentamente, ayudado por la acción caprichosa de caciques y la inacción malévola de otros. Nuestros desgobernantes, da igual si en mando o en oposición, son todos iguales, unos por acción y otros por omisión, están haciendo que esta bella provincia, con una de las ciudades más bellas de todo el mundo, con unos pueblos que más los quisieran en cualquier país, con unas tierras impresionantes y unas gentes castellanas, recias, fuertes y nobles, desaparezca. Desaparezca de la manera más vil, muerte por inanición, poco a poco se le va quitando lo que sostenga la provincia, se le hace tener malas y caras comunicaciones con el resto, no se invierte en industria, no se crea empleo. Y me da rabia por los abulenses, gente que han demostrado en la historia, al menos nuestros antepasados, que somos otra raza, luchadora, emprendedora, valiente y que siempre se han enfrentado a las injusticias del poderoso, ejemplos la batalla de Las Navas de Tolosa, el enfrentamiento con el Rey Pedro de Aragón, la conquista de Talavera, el primer Virrey del Perú, la Santa, Isabel de Castilla, Ximena Blázquez, Nalvillos, Pedro Dávila, donde se estaba orgullosos de ser donde se promulgaron las leyes para parar a Carlos I, donde se formaron las juntas Comuneras, donde cuando vinieron los franceses no se les dejó entrar intramuros y los gabachos se quedaron en las afueras. Pues nosotros no somos dignos descendientes de todos estos ni de los que no haya nombrado, porque estos si vivieran hoy se hubiesen levantado contra estos desgobernantes, sin ideologías ni payasadas, simplemente con el bien común de los abulenses, todos a una, como siempre se ha hecho, se les había corrido a gorrazos hasta Lisboa. Pero bueno, estoy triste y melancólico al ver la situación de esta provincia, pero yo lo siento, no puedo callarme, no puedo estar quieto, porque yo no quiero que mis hijos cuando crezcan piensen y digan que su padre fue cómplice de esta gentuza porque se quedó quieto, resignado y diciendo "esque no hay nada que hacer" "esque es lo que hay", prefiero que piensen que su padre ha perdido la guerra pero luchando, guerreando y molestando, pero eso sí, no solo en los teclados, sino también en la calle, debe ser que como castellano que me siento, me viene la vena comunera y prefiero que me decapiten por luchar contra caciques y traidores, que vivir triste y enloquecido porque no he luchado por que no maten a Ávila, porque mis antepasados se merecen que haga algo, porque mis hijos se merecen que haga algo, simplemente.

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