miércoles, 15 de noviembre de 2017

QUÉ FÁCIL ES HABLAR MAL SIN RAZÓN.

Hoy, para descanso y tranquilidad de algunos, no voy a hablar de política. El tema lo voy a enfocar en le fútbol, pero esto se le podía aplicar a todo en esta vida. 
El domingo pasado, en el estadio Adolfo Suárez, se enfrentaban el Real Ávila y el Atlético Astorga, partido del grupo octavo de la tercera división, en una acertada idea de la directiva, si un aficionado acompañaba a un socio del Real Ávila, pues la entrada al estadio costaba 5 euros, y digo acertada porque ya me pareció antes del partido y luego se vió que bajó mucha más gente a ver el fútbol que en otras ocasiones. 
Bueno, pues se desarrolla el partido, en el que fue un partido bastante bueno, y en el que el Ávila se adelanta dos veces y le empatan dos veces por dos regalos defensivos. La segunda parte hubo un Astorga muy férreo en defensa y un Ávila intentando meter un gol y con cuidado porque el Astorga es muy buen equipo. 
Pues ahora va la chicha. En el trascurso del partido, en algunos fallos, no muy gordos, de los jugadores del Ávila pues se oyen cosas como "vaya mierda de equipo", "pero qué mal todo", "para eso que se quede en casa", yo, bastante mosqueado, porque eran fallos no muy malos, y que a los jugadores se les veía actitud, ganas, lucha y que se les veía querer ganar el partido, miro de donde vienen las quejas. Como durante mucho tiempo, los que bajábamos éramos pocos, y nos conocemos el careto al menos, vi que no me sonaba su cara. Entonces le dije que hombre, que no se pasara que era normal y que estaban luchando y que el Astorga es el Astorga, a lo que me contesta que esto es una mierda, ya me cabrea y le digo, ¿tú cuantos partidos has visto desde hace tres años? Su contestación fue, es la primera vez en mi vida. 
Ahí me subió un calor por dentro y le dije, pues entonces cállate, si vienes a tocar los cojones mejor te ahorras el dinero, porque los que venimos todos los días, pagamos nuestro carné y sufrimos y disfrutamos seguimos animando y no necesitamos cenizos para tocar los huevos. Ante esto muchos de los que van todo los domingos me apoyaron y el susodicho no volvió a piar. 
Mi reflexión es que siempre tiene que protestar quien menos razón tiene, siempre habla quien menos tiene que decir, siempre critica para mal quien más tiene que callar, mal mete quien más tiene que estar quieto y esa gente me repatea, se me atraviesa y no los trago. Así que un poquito de humildad y de dos dedos de frente no vendría mal en este mundo. 
Hala, ya me he quedado a gusto.